Arranque de impotencia
Al final nunca resulta como esperas.
Cuando te planteas una situación posible, cuando imaginas una escena, en tu mente están todos los detalles. Cómo será, qué personas habrá, cuáles serán los pasos, las circunstancias, cómo te comportarás, cómo te sentirás, las palabras que dirás, cómo se cruzarán las miradas, si llorarás, si se te pondrá la piel de gallina.
En un caso como el mío, penosa cineasta mental, incluso hay montaje: planos generales, planos cortos, ángulos y movimientos de cámara, iluminación. Pero supongo que esa es otra historia.
Y después, en el caso poco común, las más de las veces inesperado, de que esa escena se produzca realmente, siempre hay cientos de detalles insignificantes que no habías tenido en cuenta, minúsculas realidades con las que no contabas. Buenas, malas, inclasificables, sorprendentes.
Por eso es mejor no hacer demasiados planes, no tener grandes (tal vez ni siquiera pequeñas) expectativas.
La vida viene y te lleva por delante, y esa es la única certeza.