06 enero 2012

Drive (Nicolas Winding Refn, 2011)

Lo que le pasa a Drive es que es una película escandalosamente entretenida.

Uno de los grandes aciertos de la película es lo bien cosidas que están las referencias, que van a ir exactamente a lo que sabes y conoces del cine. Si conoces a Scorsese o Spielberg, ahí están. Si conoces a Bresson y Godard, ahí están. Y son referencias que calzan como un guante unas en otras, con sus menciones frikis, sus actores fetiche de los años setenta y ochenta, sus cámaras lentas, sus ritmos lentos. Si no sabes nada de cine ni más que te importa, de todas formas la puedes ver y nunca lo sabrás.

Tiene un avance pausado, unos planos un poco demasiado largos y unas composiciones descentradas y estrambóticas que te descolocan y te crean una tensión de la que no sabes si serán capaces de salir y una expectativa que no sabes si serán capaces de resolver. Pero salen de la tensión y resuelven la expectativa, aunque no sea como marcan la norma y lo mil veces visto, y aunque al mismo tiempo sea al final una película que ya has visto esas mil veces y verás mil más. Y aunque a veces todo es inverosímil, te da igual y te dejas llevar, porque así funciona la magia del cine, y en Drive hay magia. A espuertas. No pasan las cosas como tendrían que pasar, no ocurre lo que esperas cuando lo esperas ni tal como lo esperas, y así consigues quedarte boquiabierto, o pegado a la silla, o sentir que todo va bien o todo va horriblemente mal.

Las persecuciones, la violencia, la frialdad, la psicopatía, la mafia, el amor, todo es ligeramente diferente, todo está ligeramente descentrado respecto a lo que debería ser (a lo que suele ser) el eje. Y esa es la clave de la película. Lo que hace que funcione como un engranaje perfectamente engrasado. Es como esa otra lección de cine que aprendí en el cine, con Inception, de Cristopher Nolan: hay cosas en el cine, como en los sueños, que no necesitan ser explicadas:



(-Déjame preguntarte algo: tú nunca recuerdas el principio del sueño, ¿no? Siempre apareces justo en el medio de lo que está pasando. -Supongo, sí. -Así que... ¿cómo hemos acabado aquí? -Acabamos de venir de... eh...)

Otro ejemplo de la magia es ese actor insípido, Ryan Gosling, por la forma en que mira, la forma en que espera un segundo extra antes de hacer o decir cualquier cosa, la forma en que se mueve; no hace falta que sea el mejor actor de la historia, ni siquiera uno medianamente bueno, para que este cuento cuente lo que tiene que contar.

Como tampoco lo era John Wayne (siento el sacrilegio, pero es así). No siempre la fuerza de un plano depende del talento interpretativo de un actor. En el caso de John Wayne, su sola presencia escénica llenaba el espacio, irradiando todo el poder necesario. Esto no le ocurre ni le ocurrirá nunca a Ryan Gosling. Lo que en Drive hace que la magia se produzca es el efecto Kulechov. Eres tú, el espectador, el que pone todos los sentimientos en ese envoltorio hueco con un gran cuerpo que es el actor principal (me quedo con sus increíbles piernas).

Lo que pasa en esta película es lo que Hitchcock llamó "pure cinematics" en este vídeo:



(Ahora, la tercera manera es lo que podríamos llamar cinemática pura, el ensamblaje del film. Cómo puede ser cambiado para crear una idea diferente. Tenemos un primer plano, enseñamos lo que ve. Asumamos que está viendo a una mujer con su bebé. Ahora volvemos a él para ver su reacción a lo que ve. Y él sonríe. ¿Qué vemos en ese personaje? Es un hombre agradable, es amable. Ahora, quitamos la parte media de esta película, la mujer con el bebé, pero dejamos los otros dos trozos tal como estaban, y ponemos una chica en bikini. Él mira, chica en bikini, él sonríe. ¿Quién es ahora? Un viejo verde. Ya no es el caballero agradable al que le encantan los bebés. Eso es lo que el cine puede hacer por ti.)

Eso es exactamente lo que el cine hace por el inexpresivo e insulso actor principal en Drive, y que el director controla con maestría. La forma en que Drive juega con las expectativas, con la proyección y con la infinita capacidad empática del espectador es una pura lección de cine aprendida de los que más saben de estas cosas y aplicada con sorprendente habilidad. También tienes por momentos la sensación de que todo ha sido una casualidad, una de esas carambolas milagrosas que el mismo autor no podrá repetir jamás, pero a quién le importa. Y también flota en tu mente la pregunta... qué habría pasado con esta película si en lugar de este actor hubieran contado con algo más parecido a Robert de Niro (de joven).

Pero el hecho es que todo eso da igual. Esta película tiene vida propia, y casi voluntad propia, y con ella fui capaz de hacer lo que casi nunca hago: ignorar todo lo que no funciona, obviar la inverosimilitud, las incongruencias, y dejarme llevar a donde me quiere llevar, a ese lugar donde solo el cine muy bueno es capaz de transportarme... de vez en cuando.

01 enero 2012

Lista de deseos y buenos propósitos

Pues me doy cuenta de que nunca había hecho ninguna. No soy de esas personas que hacen listas, me pongo a hacerlas y enseguida me canso, y paro.

Miento: siempre que viajo hago una lista de lo que no me puedo olvidar, una lista que contiene ítems como "cargadores", "calcetines", "billetes" o "neceser". Y sí, suelo agradecer haberla hecho.

Pero no hago listas de cosas que quiero hacer, rara vez hago listas de pros y contras antes de tomar decisiones, o listas de deseos. Suele ser porque, cuando me pongo a hacerlas, se me olvida inmediatamente todo lo que quería poner en ellas, pero hoy, antes de irme a dormir, lo voy a intentar.

A ver, piensa... cosas que quieres hacer o conseguir en este año 2012 recién estrenado, que se extiende brillante y planchado delante de ti:

1.-

(quito las manos del teclado y me pongo a pensar con los dedos entrelazados encima de la barriga, que por cierto está bastante llena después de la cena de nochevieja; tal como decía, me acabo de olvidar de todo lo que se supone quería poner en esta lista)

1.-

(hoy en casa la frase que más se ha repetido es "si no viene mejor, por lo menos que no venga peor"; me parece una frase un poco conformista, siempre hay que pedir más... pedir es gratis)

1.-

Lo siento, no se me ocurre nada. Lo cierto es que hay buenas vistas desde aquí. Tengo pensado, eso sí, hacer algo más de ejercicio, perder peso, viajar un poco, ir a unos cuantos conciertos y frecuentar compañías agradables e interesantes. Tengo pensado hacer lo posible por ser feliz. Tengo pensado cuidar a mis amigos y cuidarme yo. Follar un poco más y un poco mejor. Hacer mejor mi trabajo. Aprender otro idioma. No perder de vista el futuro. No perder el contacto con el presente. Disfrutar de las personas que quiero y decirles que les quiero, aunque no sea con esas palabras. Firmar un papel importante. Dejar atrás una parte del dolor. Pasear de la mano. Reírme todo lo que pueda. Cantar a gritos que baby I was born to run. Ver The Wire. Disfrutar de la soledad. Disfrutar de la compañía. Comprarme un coche nuevo.

Huy. Me ha salido una lista.

La cosa es que luego viene la vida y tiene sus propios planes. Así que mi lista de deseos de este año se va a reducir a uno:

1.- Que los planes de la vida se parezcan lo más posible a los míos.

Gracias por leer.