21 mayo 2008

Lo malo

Ayer vi la tele un par de ratos, de refilón mientras comía y de refilón otra vez por la tarde - noche tomando unas cañas con los amigos. En las dos ocasiones pude medio ver (en casa cambié de canal y en el bar aparté la vista) algo que se está poniendo muy de moda en los telediarios (y en toda la televisión): contenidos sacados de internet.

Internet ha significado una revolución en las comunicaciones y eso incluye, casi en el primer lugar de la lista, a los medios de comunicación de masas y en especial la televisión, a la que surte de contenidos, como siempre, a medio filtrar, con un medio criterio. Pero hoy no he venido a decir obviedades. He venido a cagarme en todo lo que se menea.

Una de las costumbres más desagradables que se están extendiendo como el moho por los telediarios es dedicarles minutos a las animaladas que hace la gente. Ahora todo el mundo tiene una cámara de vídeo en el bolsillo. En cualquier momento puedes tirar de ella e inmortalizar cualquier cosa, por imbécil que sea, que esté pasando ante tus ojos.

Se pueden hacer muchas cosas con esta atractiva posibilidad: enseñarle a tus amigos el paisaje de la casa de tus sueños, denunciar una injusticia, inventarte un corto y presentarlo a un concurso.

Y puedes pegarle a un señor y grabarlo. Eso será un éxito mediático garantizado e inmediato. Vas a salir en todos los telediarios, tendrás dos minutos en cada cadena de televisión en varias emisiones a lo largo del día. Generarás debates en las tertulias televisivas y radiofónicas. Todo el mundo sabrá de ti. Conseguirás tus quince minutos de gloria. Y qué gloria.

Ya no voy a hablar de la calidad de la imagen, que antes era tan cuidada. Una de las consecuencias negativas de esto de la internet es que el usuario–espectador se ha acostumbrado a consumir imágenes de mierda, pixeladas, desenfocadas, descoloridas y cutres. Esto no es grave, llevamos años viendo nieve y recolocando la antena, da igual que estemos en el siglo pum (o más). Eso de la calidad broadcast se ha quedado para las aulas. Y para el reproductor blue ray blu-ray, para que se vean bien las pelis de Bruce Willis (o de Orson Welles, me da igual).

El problema es lo otro: la expansión de los tópicos, el error de planteamiento, el hecho de fomentar justo lo que denostan y de cavar un agujero todavía más hondo. Este tipo de imágenes sirven a los medios, a saber:

- para hacerse cruces y lamentarse de lo mal que está la juventud, que son todos unos vándalos y unos drogadictos, así va el país;

- para que cuatro chavales gilipollas se sientan Spielberg a base de maltratar a sus semejantes (o de jugarse la vida, depende del día).

Yo no llamaría a esto 'servicio público'. Sí, ya sé que considerar a la televisión un servicio público a estas alturas es poco menos que utópico. Pero sigo creyendo que se les puede pedir un poco (solo un poco) de responsabilidad. Se me ocurren tantas cosas que podrían hacer con un medio como ese (y me refiero a la televisión, no a internet). Cosas buenas, creativas, constructivas, interesantes, inteligentes, entretenidas, positivas. Y no. Se dedican a fomentar el vandalismo y la paranoia. Porque es lo que hacen. Sacándolos por la tele ponen el grito en el cielo y al mismo tiempo les premian; y de paso apuntalan conductas (los chavales que ven su obra en la tele me juego algo a que salen a celebrarlo) y prejuicios (los adultos que piensan que todos los jóvenes están corrompidos no hacen más que confirmar sus teorías apocalípticas).

Y mientras tanto, los chinos, los mendigos y los gafitas de la clase a papar hostias y a salir por la tele mientras dos imbéciles se parten el culo.

16 mayo 2008

Un rato raro

En la cena se habla de todo. De Malevich. De la fotografía profesional. De Víctor Erice y Kiarostami. De si el membrillo es un árbol o un arbusto. De la poca oferta cultural que hay en esta ciudad. De si un buey es un toro castrado o es otra cosa. Del vino de Somontano. De oposiciones. De licenciaturas, grados, másters y doctorados. De técnica. De expresividad. De McLuhan. De Bach. De fútbol. De limoncello. De Bill Viola. De reportajes de bodas. De tal alumna. De tal profesor. De pizza. De las cosas que echas de menos cuando cambias de vida.

Me siento afortunada por formar parte de este grupo descabellado y charlatán. Cada uno de su padre y de su madre. Cada uno con sus obesiones y sus temas de conversación. Cada uno barriendo para su casa. Yo miro y escucho, asiento y digo cosas como "a veces la pureza técnica también es ruido".

El vino está rico. La comida también. La conversación es fluida. La gente se mira a los ojos al hablar.

Me siento fuera, lejos de aquí.

06 mayo 2008

Sueños



Hay varias cuestiones aquí. Una, cumplir sueños e ir tachando metas posibles de una lista que algún día pareció interminable. Otra, la cosa de la libertad. Otra, seguir caminando y buscar metas nuevas.

Algunos de los deseos que he acariciado me han parecido siempre inalcanzables, sin serlo. Tal vez porque me gustaba que fueran eso, sueños nada más.

Pero también hay momentos en los que te apetece alargar la mano, por qué no, qué coño, y tocarlos. Y tal vez resulta que no son tan inalcanzables y que no hay nada de malo en permitir que, de vez en cuando, los sueños se conviertan en realidad.

Vamos a convertir esas alas en ruedas.