26 agosto 2010

Ya, ¿no?

Yo también lo hacía, hasta hace poco. Criticar a los demás, quejarme en alto o para mis adentros de la forma en que se tratan las parejas, lo que dicen ellos cuando ellas no están delante y viceversa, los diminutivos imbéciles, los desplantes, los machismos, los desprecios, los es-que-este, los pequeños maltratos, tan fáciles de detectar cuando miras desde fuera. Es siempre tan perfecta e infalible la teoría de las parejas ajenas. Tanto si tú formas parte de una como si no.

Pero últimamente estoy empezando a pensar (y a actuar) de otra manera. Primero, no tengo ni puta idea ni de qué ni de por qué. Ni de nada. Segundo, de poco vale que me suba un par de escalones por encima de los demás y, mirando desde ahí, juzgue sus actitudes: las cosas siempre han sido así, las personas siempre se han comportado así.

Todos sabemos lo que queremos.

Todos sabemos el precio a pagar.

Todos tenemos lo que merecemos.

2 comentarios:

Daeddalus dijo...

Yo lo hago, lo asumo, criticar, juzgar y colocarme en un estadio de superioridad moral... y no, no porque me sienta especialmente orgullosa de mí

k dijo...

No si todos lo hacemos. Lo que quiero decir es que no sirve para nada. Y además parece que les gusta, en el fondo!