22 enero 2010

Ficción y no ficción

Coloca juntas cosas que no tienen ningún sentido, que no soportarían el más mínimo análisis. Hace que nos las traguemos una por una sin cuestionarnos nada, solo queremos ir un poco más adelante, a la siguiente trampa, a la siguiente mentira, tan bien colocada, tan bien cosida. Nunca te deja mirar atrás, solo te hace esperar lo que vendrá a continuación. Teje una urdimbre de preguntas sin respuesta, de futuro sin pasado, de inmediatez y expectativa, de ansia por lo que vendrá. J.J. Abrams es un genio de la prestidigitación. Un padre de la esencia del siglo XXI. Corre, corre adelante, escapa, busca más lejos, no mires atrás. Nada de aquello importa.

Por lo demás, en cuanto a la no ficción, a la vida real que hay fuera de las ventanas, me desalienta comprobar que soy más sensible a la fealdad que a la belleza. Me descorazona salir a la calle. Solo percibo personas desagradables o enfadadas, tristeza, sordidez y angustia. Y me pasan desapercibidas o me dejan indiferente las cosas hermosas, los paisajes, los rasgos humanos, los buenos sentimientos. Hace que el aire sea pesado, la comida insípida, las obligaciones intolerables.

Le doy al play. Prefiero perseguir el futuro con Olivia Dunham, a quien todos los magníficos logros que consigue le parecen siempre poco y mal.

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