02 marzo 2010

Lo imprevisto

"Muy lentamente y sin darse mucha cuenta, Ignacio Abel se había ido reconciliando con la presencia de los dos niños en el mundo y había descubierto, no sin asombro, que eran la parte más luminosa de su vida. Asistir al crecimiento de sus hijos y encontrar en sí mismo un yacimiento de ternura en el que nunca había reparado le enseñó a Ignacio Abel a desconfiar de la decepción y a permanecer atento y agradecer lo inesperado. La decepción podía ser tan halagadora y tan engañosa como el vano entusiasmo. Lo que la vida real imponía al deseo y al proyecto no eran solo amargas limitaciones: también posibilidades que nadie había anticipado, los dones de lo azaroso y de lo imprevisto. (...) No había plano tan perfecto que permitiera descartar la incertidumbre. Solo la prueba del paso del tiempo y de la acción de los elementos revelaba la belleza de una construcción, ennoblecida por la intemperie y gastada por el tránsito de las vidas humanas igual que el mango de una herramienta o que los peldaños de una escalera. Y si el cumplimiento de lo que había deseado sin esperanza cuando era muy joven le producía un fondo de decepción y desgana que los años agravaban, todo lo mejor que tenía era la consecuencia de lo inesperado."

Antonio Muñoz Molina, La noche de los tiempos (Seix Barral, 2009)

Este texto me habla de la conveniencia de mirar lo bueno de las cosas. Para esto, se impone como primera condición mantener bajo control en la medida de lo posible los deseos y las expectativas con respecto a personas y circunstancias. A partir de cierta edad, se hace imperativo luchar contra el miedo al cambio, tratar de comprender las ventajas de la pérdida de control sobre los acontecimientos de la vida que nos afectan o pueden afectarnos. Debemos comprender cómo lo inesperado, lo no planeado o lo imprevisto nos aportan en muchas ocasiones (¿casi siempre?) las mejores oportunidades de adaptación, de crecimiento y de aprendizaje. Por lo tanto, el esfuerzo se debe centrar en dejar paso a la espontaneidad.

Según escribo esto me doy cuenta de que hay (no tan) sutiles contradicciones en el fondo: ¿cómo te puedes "esforzar" en ser "espontáneo"? Y es que parece que a medida que nos hacemos mayores vamos perdiendo la flexibilidad para adaptarnos a las novedades y va aumentando nuestro miedo a lo inesperado, al cambio de tendencia, a la pérdida de los elementos que consideramos "seguros" en nuestras vidas, que nos proporcionan tranquilidad y estabilidad. Y nos vemos obligados, si queremos seguir siendo 'jóvenes', a hacer ese esfuerzo para liberarnos de nuestras rigideces. Para evitar que la parálisis nos invada.

Hace un par de noches y por recomendación de personas muy de fiar vi Up in the Air (Jason Reitman, 2009). Y si bien no es una película que pasará a la historia (desde luego, espero que no ganando un Oscar, aunque hay que reconocerle más méritos narrativos, de planteamiento y de concepto que a la raquítica Avatar), el caso es que plantea alguna idea interesante. Tal vez lo hace un poco demasiado con un tono de libro de autoayuda, lo cual a mis ojos la desmerece, pero plantea, por ejemplo, que un terremoto vital como ser despedido de un empleo que llevas ejerciendo 15 o 20 años puede ser el comienzo de una nueva vida. Por supuesto y contra lo que tiendes a pensar en un primer momento, de una vida mejor. El personaje de George Clooney se tiene que enfrentar a un gran imprevisto, curioso por lo poco habitual, que es (ojo! espoiler) la irrupción del amor en una vida organizada en función de la no existencia de semejante sentimiento. Y esta convulsión de sus estructuras le obligará (probablemente) a aplicarse a sí mismo (y a ver con otro sentido) las frases de vacío consuelo que dedica a las personas que despide en ejercicio de su cruel profesión.

No tenía intención de hablar de esta película, pero la línea de pensamiento me ha llevado a ello sin quererlo. De forma inesperada este texto se ha llenado de contenido, se ha dirigido casi sin mi intervención hacia una reflexión que en principio no pretendía ser tan profunda ni tampoco mezclar dos narraciones a priori tan diferentes como la (hasta ahora magnífica) novela de Muñoz Molina y la película bastante menor de Reitman. Pero disfruto de esta irrupción de lo sorprendente y paro aquí, antes de convertir esto en otro de esos Post Interminables.

5 comentarios:

Daeddalus dijo...

Decir que es magnífica es poco... la novela de Muñoz Molina. Yo me quedé con ganas, mcuhas ganas, de seguir leyendo...

k dijo...

En realidad, para mí decir que algo es magnífico es decir muchísimo. Por otra parte, es cierto que cada vez que paro tengo ganas de seguir leyendo (esa es la gracia de una gran novela: querer llegar al final y querer al mismo tiempo que no acabe nunca). También me pasa con Lost :)

PSYCOMORO dijo...

Me interesa mucho tu blog. Hasta hoy no había intentado decirlo, pero me he sumergido muchas veces por aquí últimamente y me apasiona lo que leo.

NoSurrender dijo...

Yo también estoy leyndo el tocho de Muñoz Molina ahora. Sólo llevo unas doscientas páginas, pero me encanta la sensación de tener al gran Muñoz Molina conmigo durante otras ochocientas más. Su literatura es la más proustiana que hay ahora en el mundo conocido.

Aún no conozco bien a Ignacio Abel, pero le siento muy cerca demasiadas veces. Me gusta lo que ve en la arquitectura y la manera de interpretar al hombre a través de ella, en cuanot a su necesidad d eentocrar pilares y líneas rectas en su horizonte. Y sobretodo la idea contraria (también expuesta por Abel en otro párrafo muy cerca del que escribes), de que lo más frágil es lo que sobrevive a la vida que el hombre vive.

En cuanto a la película, bueno, no tiene la calidad que sí tiene la novela de Muñoz Molina, ni de broma. Pero, dado como está el cine americano últimamente, creo que es una apuesta inteligente y sensible a la vez, aunque nunca deje de ser americana en su moral.

k dijo...

Gracias, Psycomoro, por hablar. Vuelve cuando quieras.

Lagarto, a mí también me gusta mucho la forma en que ve y describe la arquitectura el personaje. Con tantas páginas por delante, da tiempo a profundizar y conocer mucho a los personajes, y eso redunda en beneficio de la novela, de la trama, de todo. Sigue disfrutando :)