19 septiembre 2011

Amor

Me monto en el metro. Hay un tío larguirucho que conversa a través de mensajes del móvil. Tiene una cara rara, es medio rubio, barbita, boca grande que le sonríe a la pantalla, ojos soñadores. Nos miramos. Me enamoro. Se baja.

Se sube otro tío. Me echa un vistazo y se sienta enfrente de mí. No es muy alto, su pelo indica que hace no mucho se lo rapó a ambos lados y dejó una franja en la mitad de la cabeza, pero ya le ha crecido. Pantalón ancho y zapatillas de rapero, ojos castaños, dulces. Me parece muy guapo. Jugamos a no mirarnos a la vez. Me enamoro. Le pido mentalmente que me diga algo. No me oye. Nos bajamos en la misma estación, pero nos vamos por escaleras diferentes.

Pienso que tengo una espera de una hora en el aeropuerto. La espera pasa de una hora a seis.

Nada.

16 comentarios:

Nebroa dijo...

Cómo me gusta...
El texto. Las escenas. Enamorarse. No me gusta lo otro, lo de detrás no.

k dijo...

Lo de detrás es un poco lo malo, pero es lo que me hace escribir. Y vivir. Qué te voy a contar.

Nebroa dijo...

Ah pues no sé de lo que me hablas, eh?
Ay... el dolor, y las ausencias y las lágrimas y el querer aquello que no llegó, y perseguir, y luchar y buscar. Y volver a empezar.
Creo que me suena. Sí, algo, tampoco mucho :s

jafatron dijo...

Se abren grietas en el casquete polar ártico del tamaño de Ourense y nosotros seguimos sin encontrar la frase mágica para romper el hielo en un metro. Qué pequeños somos. Y qué grandes historias dejamos marchar por la escalera contraria.

En fin, que pase el siguiente.

k dijo...

Sí, Nebroa, ya veo que no mucho, ya.

Jafa, esas historias son grandes precisamente por irse por la otra escalera, y eso es lo que más nos cuesta admitir.

Anónimo dijo...

En fin, nunca encontraremos ojos más hermosos que los que se cruzan con los nuestros, como un fulgor en medio de la noche, desde el vagón que viaja en el sentido opuesto.

Podría seguir hablando de la niebla y la lluvia en una estación de París. Pero si te gusta Bukowski casi me callo antes de que pienses que soy un cursi.

Que sepas que has conseguido ponerme ( un poquito ) celoso y que me alegro de que en Ourense no haya metro.

Porque quiero que esas miradas sean todas para mí, cuando las luces se apaguen.

k dijo...

Gracias, Anónimo, veo que lo entiendes bastante bien.

Y ahora es cuando te bajas del vagón.

Anónimo dijo...

Ni sueñes con que voy a bajarme ahora de este vagón. Pienso explorar dónde me lleva.

Y no creas que me preocupa mucho el destino final cuando decido subirme a un tren. Lo que de verdad me intresa es la posibilidad de enriquecerme durante el viaje. Como sabía Cavafis, a Ítaca se llega por cualquier camino, a condición de que se recorra lentamente para no llegar demasiado joven, demasiado ignorante.

Hay muchos ojos con los que cruzarse en este trayecto. Pero me interesan especialmente dos, que se retiran simulando sonrojo, inclinando la cabeza hacia abajo cuando las luces vuelven demasiado rápido.

Nebroa dijo...

Me encanta
Sólo eso

Anónimo dijo...

http://www.adrian-tomine.com/Illustrations.html

(Pincha en la primera imagen)

Felson

k dijo...

Felson, siempre que pienso que te has ido para siempre, vuelves. Siempre me alegro lo mismo.

Gracias por el enlace. Me encanta.

Carmela dijo...

Siempre me ha gustado imaginarme situaciones de este tipo que describes y lo que más me gusta, aunque no se entienda, es coger caminos separados.
Un beso K

Gata Vagabunda dijo...

http://autoliniers.blogspot.com/2011/09/liniers-macanudo-el-humor-de-macanudo_15.html

Yo creo que Liniers la dibujó para ti. (Bueno, tal vez. Igual exagero).

k dijo...

Sí se entiende, Carmela. Es lo que más gusta porque deja todas las posibilidades abiertas.

Gata, cierto!! Me gusta mucho.

Nebroa dijo...

Lo vio pasar en un vagón de metro y supo que era el hombre de su vida. Imaginó hablar, cenar, ir al cine, yacer, vivir con él. Dejó de interesarle.

Beatriz Pérez Montero

Pd. Me he acordado de nos al leerlo ;)

k dijo...

Me encanta :)