07 junio 2007

Sobre lo que estoy leyendo ahora

Siempre estamos buscando algo. A veces, la mayor parte de ellas en mi caso, no sabemos qué buscamos, pero siempre hay algo. Buscas o esperas, que en otras ocasiones es lo mismo. Vas al cine buscando ver algo que te toque alguna fibra, unas veces de arriba y otras, de abajo, unas veces de fuera y otras, de dentro. Te cruzas con personas y esperas o buscas un entendimiento o una chispa, unas veces de arriba y otras... en fin, no hace falta repetirse, que estos lectores son avispados y entienden las entrelíneas a la perfección.

Estoy leyendo una novela cuyo autor utiliza palabras como truhanes y trapisondas, de modo que construye frases como "Una horda de mujeres desmelenadas y truhanes que, después de perpetrar las más variadas trapisondas durante los años de la ocupación, habían amanecido poseídos por un súbito fervor justiciero". A veces es cansado. Se demora en cada explicación, en cada descripción, siempre a mano el diccionario de sinónimos que debe de tener por cerebro. Soy una persona curiosa. Siempre voy al diccionario cuando encuentro una palabra cuyo significado no conozco. Pero a veces siento que en el caso de esta novela tendría más tiempo el diccionario que la propia novela entre las manos; y ¡son palabras que sé que jamás voy a usar! ¡Yo! La Usadora Oficial del Reino de Palabras Estrambóticas y en Desuso.

Pero, por otra parte, no está mal lo que cuenta. Cuando abro un libro y empiezo a leer, espero, busco, que sus palabras me lleven de la mano a algún mundo, inventado o real, verosímil si es posible, aunque no es un detalle imprescindible, y cuyos personajes tengan escondida un alma que yo pueda entender o admirar o despreciar o sentir cercana o posible, en la que pueda reconocerme o reconocer a la persona que desearía ser o tal vez a la que temo ser, o donde habite algún amigo o algún amor antiguo. Espero que esos personajes y ese mundo me conduzcan sin sobresaltos o con ellos, si están bien puestos, hasta la última página de la novela y que, cuando pase esa última página y cierre el libro se me quede en el borde de los ojos un gusto a algo, no sabría definir muy bien qué. Por ahora esta novela me está dando algo parecido a eso. Empiezo a leer y me cuesta trabajo parar, y tal vez esa pedantería y ese aire relamido me suenan de algo, me tocan alguna fibra sensible en algún sitio.

Ya lo dijo House: la pedantería es hereditaria, aunque no hayan descubierto el gen. Tendríais que conocer a mi tío Pepe para entender por qué sé tan bien de lo que habla esta frase.

La novela tiene algunas frases-párrafo que me dicen que este hombre ha leído a Muñoz Molina, aunque quizás lo que ocurra es que han bebido de las mismas fuentes. Por momentos me molestan mucho las referencias bíblicas y religiosas, pero debo admitir que las entiendo y las reconozco todas.

("Bajo el traje demasiado amplio se percibía esa vibración medrosa que nos asalta en las circunstancias agónicas, cuando preferimos alejar de nosotros un cáliz que, sin embargo, solo a nosotros corresponde apurar.")

Ah, que tenéis mucha curiosidad por saber qué libro estoy leyendo… es que me da un poco de vergüenza, pero os lo diré. Se trata de El séptimo velo, de Juan Manuel de Prada.

"Quizá la felicidad consista, a la postre, en reconciliarnos con lo que verdaderamente somos, con lo que verdaderamente fuimos, renunciando a vanas aspiraciones y vanos consuelos."

12 comentarios:

Gata Vagabunda dijo...

Pues yo también me he leído un libro suyo. Y durante años aguanté sus intervenciones en el programa de Garci. Así que...

(seguro que no es tan grave)

k dijo...

Yo nunca fui capaz de ver el programa de Garci. Ni una sola vez. No soportaba aquellos dinosaurios (ya tenía bastante de eso en la facultad, consideraba...)

No sé, supongo que no es grave. Nos gusta lo que nos gusta, las cosas son así, a veces nos gusta el número uno de los cuarenta principales, y qué. No puede uno ser perfectamente coherente el cien por cien de los minutos del día... salvo que la coherencia sea eso: aceptarse sin juzgarse tanto.

Anónimo dijo...

Yo también me leí un libro de Prada. Y creo que no volveré a hacerlo a menos que me lo recomienden mucho :-)

Creo que hay una extraña sensación de placer culpable que se transforma en alegría profunda cuando uno acepta y admite que le gusta algo que no "le pega" consigo mismo o que le cuesta admitir por vergüenza (véase Chiquetete). De ahí nacen las famosas reivindicaciones, sobre todos las personales, harto de tener que fingir que te gusta lo que te gusta. Vargas Llosa me saca de quicio como personaje, mucho, pero "La fiesta del chivo" es una de mis tres novelas preferidas de todos los tiempos. Confieso disfrutar como un enano cada vez que veo "Daredevil", que le vamos a hacer.

Quien sabe por qué te toca la fibra este hombre. Yo no le soporto porque, como con los árbitros de fútbol, para mí los mejores son los que no se nota que están. Y De Prada deja siempre clarísimo "eh, que estoy escribiendo! ¿Habéis visto que prosa que tengo?". Pero la cuestión es que sí te toca la fibra. Independientemente de lo que digan cretinos como yo.

Así que disfrútalo :-)

PD: Ejem, yo sí creo que es grave :P

k dijo...

Hay autores de los que lees un libro e inmediatamente te lanzas a buscar y devorar todos los demás. Me pasó con Auster, con Capote, con John Irving, con Muñoz Molina, con Carmen Martín Gaite, con García Márquez. Y hay autores de los que lees un libro y no necesitas buscar otro: tal vez te gustó, pero no te dejó la curiosidad de seguir buceando. Eso pasa con de Prada, con uno es suficiente. (Y más este premio "Novela breve" de casi setecientas páginas... si esto es una novela breve, no quiero saber qué entenderán por novela extensa.)

La gravedad de mi caso no reviste peligro de muerte, salvo tal vez por asfixia de retórica o de palabrería rimbombante. No pasa nada, cuando me canso, paro y leo un blog o enciendo un rato la tele o me tiro de cabeza a mis queridas unidades didácticas. En mi cabeza hay sitio para todo. Eso sí que es grave.

Exlucifer dijo...

PUES YO, NI HE LEIDO EL LIBRO ÉSE, NI SÉ QUIEN CARAJO ES ESE TÍO. NI HE VISTO EL PROGRAMA DE GARCI, NI CONOZCO A TU TÍO PEPE.

ENTONCES ME PREGUNTO: ¿POR QUÉ ESTOY AQUÍ?....

UNA BUENA PREGUNTA QUE TODOS NOS HEMOS HECHO ALGUNA VEZ (SOBRE TODO CUANDO NOS QUEDAMOS ENCERRADOS EN EL CUARTO DE BAÑO DE UN CENTRO COMERCIAL)...

Y ME PREGUNTO, ¿NO OS HA PASADO ALGUNA VEZ QUE ENTRAIS EN EL BAÑO DE UN CENTRO COMERCIAL, EN ESOS COMPARTIMENTOS ESTRECHÍSIMOS, CERRAIS LA PUERTA FECHANDOLA O PECHÁNDOLA (CREO QUE SE DICE ASÍ EN EL IDIOMA DE LOS FABRICANTES DE CENTOLLAS) Y LUEGO NO LA PODEIS ABRIR?....

k dijo...

En mi parte de esta tierra (las centollas nos las comemos, lo que fabricamos son más bien berzas, y así nos va, dicho sea de paso...) se dice pechar.

No, no me ha pasado que recuerde. Pero esa pregunta, "qué coño hago aquí", me la he hecho en múltiples y variadas ocasiones.

Mi tío Pepe te caería bien, seguro, aunque bebe el té con el dedo algo estirado. Cosas de familia.

NoSurrender dijo...

Bueno, yo estoy con el africano: me parece mucho más apasionante y gratificante en la vida quedarse encerrado en un baño de un centro comercial que leer a Prada. Su pedantería afectada me enerva, sus sofismas baratos de niño (gordo) listillo insultan mi inteligencia, su cursilería ñoña me sonroja, su catolicismo parvulario me aburre... Normalmente no puedo soportar un párrafo entero sin sentir una rápida indisposición en mis intestinos, así que no puedo opinar sobre él. Si algún día consigo leerlo, te cuento, k.

Desde mi humilde punto de vista, sería mejor para la Humanidad que el tal Prada destinase su gran manejo del diccionario de sinónimos al negocio de los crucigramas y autodefinidos y no a la literatura.

:)

Antígona dijo...

Ha sido curiosa la experiencia de leer este post. Conforme iba pasando de lo que esperas de una película a lo que buscas en un libro iba pensando, caray, creo que a mí me pasa exactamente lo mismo, qué tema éste, el de lo que nos despierta el cine y la literatura o por qué nos entregamos a ello... hasta que.... he leído el nombre de Prada. No te negaré que me ha sorprendido. Alguien me dejó la novela que lo hizo famoso (ni siquiera me acuerdo del título) y no pude pasar de las primeras páginas. No sé si sería tan dura como NoSurrender, pero todo lo que dice me suena bastante familiar.

En cualquier caso, creo que saber por qué determinada cosa que en principio no valoraríamos nos toca la fibra sensible es, si acaso, tarea de psicoanalista. Que nos la toque o no depende de muchas variables, incluso del momento en que el libro se lee. Pero si te la toca te la toca y punto. Todos tenemos cierta debilidad por cosas que, en función de ciertos criterios, tal vez no apreciamos racionalmente o dudamos de su calidad, pero que sin embargo, nos quedan muy cerca por nuestra propia biografía o nuestra peculiaridad como individuos. Y estoy de acuerdo con lo que has dicho antes y con la última cita del post: sólo queda aceptarse sin juzgarse demasiado. Y disfrutar mientras dure eso que te toca la fibra.

Ahora bien, debo reconocer que la palabra "trapisonda" me encanta :-)

Un beso

Gata Vagabunda dijo...

Barata que se vende una: yo le odié un poco menos el día que dijo que le gustaban los culos con celulitis. Que ningún problema, oiga.

Y tras este comentario sesudo y profundo, me escondo de nuevo entre los contenedores

Oyros dijo...

Si sus libros te producen "una rápida indisposición en los intestinos" ya sabes DÓNDE debes estar sentado cuando lo leas, o qué debes leer cuando estés sentado AHÍ.

De todas maneras, a mí también me cansan los autores que se enrollan sin decir nada y, más que contarte una historia, parece que quieran fardar de todo lo que saben.

k dijo...

Lagarto, si algún día consigues leerlo, espero que te librarás muy bien de contármelo. Con el abanico de prejuicios de este comentario he tenido más que suficiente. Prefiero la razón a la víscera. Está claro que de Prada estimula tus más bajos instintos defecatorios, así que te agradeceré que no te acerques a mí después de acercarte a él :)

Claro, Antígona, es que lo curioso, lo que prococó el post, fue precisamente eso, que un autor tan... poco propio de mí, por decir algo, me pueda llegar a enganchar. Pero son cosas que ocurren a veces y hay que aceptarlas. O también está la opción de negárnoslas y no permitirnos disfrutar de ellas. Yo me quedo con la primera, con todas las consecuencias.

Gata, la cuestión de que les gusten los culos con celulitis a los hombres es que lo digan. Porque todos los culos tienen celulitis. Se pongan como se pongan, los culos y los ojos que los miran. Así que, al que no le gusten los culos con celulitis, le gustan los culos de las niñas menores de 15 y los de los demás tíos (y no todos). Ellos verán.

Oyros, este autor no es que se enrolle sin decir nada. Siempre dice algo, pero es muy pedante en su forma de decirlo. Y lo que el lagarto dice con tanta acrimonia (véase la influencia "depradil" en mi léxico) es que a veces eso que dice con esas palabras tan rebuscadas son ñoñerías, entre otras cosas. Y algo de razón tiene.

NoSurrender dijo...

K, siempre he admirado tu carácter y tu fuerza a la hora de enfrentarte a ti misma, no es ninguna novedad. Y en este caso, ese acercamiento a Prada tan directo y osado ¡¡con tus propios ojos y tus propias manos!! te convierte en una verdadera heroína de nuestro tiempo.

Tienes toda la razón cuando dices que mis comentarios son prejuicios, k. Prejuicios absolutos sin base real alguna, ya que, como te decía, no consigo leer más de un párrafo al mes. En cuanto a la acrimonia… hacía tiempo que no la sacaba a pasear, ¿eh? :)

Este Prada… por cierto, voy al baño. Ahora vuelvo :P