Currículum Vitae
La vida da muchas vueltas. Tantas vueltas da que, en este ordenador desde el que escribo siempre (y desde el que me asomo al mundo, dicho sea de paso), ni siquiera tengo mi currículum.
Resulta que tengo que enviar mi currículum por si acaso. Es decir, un poco vuelta a empezar, solo un poco, no es lo mismo que el otro millón cuatrocientas mil veces que lo he enviado. Esta vez es más bien, "sobrina, aquí mi amigo te puede contratar, si ves que tal, manda tu currículum". Nada que ver, ya entendéis.
Pues a buscar. Al final se me ocurre que tal vez en la bandeja de enviados de yahoo haya alguno. Y sí. Menos mal. Porque si tengo que volver a confeccionarlo me pego un tiro.
Y añado los dos últimos trabajos que he desempeñado. Como soy así, de natural prolijo, pues lo explico todo. Me planteo si cortarlo para que no mida tres páginas. No sé qué coño hacer. Tanto que lees cuando buscas trabajo sobre el currículum tal y cual, y al final encuentras o no encuentras trabajo independientemente del número de páginas que tenga el puto currículum.
Y, la verdad, si el encontrar trabajo tiene que depender de un imbécil que cuenta las páginas del currículum para saber si la persona le interesa o no, en lugar de leerlo, pues ese trabajo, en fin, que se lo meta por donde le quepa. Aunque si no hace falta un curri de tres páginas para desempeñarlo, probablemente le cabe en cualquier sitio.
Que no. Que la reflexión de hoy iba por el tema de que lo ves crecer, como un hijo. Cuando sales de la carrera te matas a poner todas las chorraditas que has hecho, las practiquitas, los seminaritos, la vez que fuiste script en el corto de tu colega Víctor. Te devanas los sesos buscando mierdecitas que poner que le den algo de relumbre a esa cosa tan esquelética.
Y ahora lo miras y dices… "joder, ese primer trabajo que fueron dos meses de sustitución de mi prima en la recepción del despacho del abogao… ¿lo dejo o lo quito?" Porque casi te da hasta vergüenza, con el orgullo con el que lo pusiste la primera vez. Y lo dejo. Por respeto a la chavala acojonada que veía cómo el mundo se le venía encima como un puto tsunami. Que ha llegado hasta aquí.
Aunque "aquí" tampoco sea muy lejos.
5 comentarios:
Oye, más vale un currículum auténtico que uno prefabricado. ¿O no? Y para llegar hasta "ahí" pues... hay que sobrevivir, y eso no es tan fácil como parece. Que ya es un ejercicio difícil simplemente existir. Narices.
Cierto. No te enfades, gatiña. Es solo que tengo un mal día.
Pues sí, tú lo has dicho, cuestión de respeto y de reconocimiento de uno mismo, que si has llegado hasta aquí ha sido gracias a todos y cada uno de los pasos del camino.
Y como me decía yo cuando andaba montando algún curriculum, toda piedra hace pared.
¡A ver si hay suerte y un beso!
ya estás quitando de tu CV la sustitución en la recepción, k. Un CV no tiene que tener muchas páginas (se lee mál e instintivamente se piensa que, efectivamente, está cargado de "chorraditas" que sólo indican inseguridad de quien lo escribe) sino una personalidad, una "adecuación" al puesto que se solicita. Al menos, yo siempre lo enfoqué así.
Se te nota árida, gallega :)
Hace tres meses pasé por ese mismo trance curricular... Es un buen momento para darte cuenta como pasa la vida, a ritmo desenfrenado, como en un disco de vinilo puesto a más revoluciones de las que debería (esta metáfora es tan obsoleta como yo jajaja). Y por cierto estoy de acuerdo con la gata errante, "aqui" es mucho. Un besazo K.
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