15 marzo 2008

Rumble Fish, Francis Ford Coppola

De los nervios esta semana. Anoche, después de una visita rápida por varias webs interesantes, una conversación con un vicioso de NYC y el enésimo repaso a la maleta (huy, me había olvidado de meter el pijama), me senté en el sofá a cenar (cola cao, no doy para más) y a ver una peli. Aprovechando lo aprovechable de la colección esta tan cara y tan chula que están sacando los sábados en El País, tocaba La ley de la calle.

Disfruté como solo podría hacerlo un adolescente de su blanco y negro con peces de colores (y yo que pensaba que Spielberg había inventado algo con el abrigo rojo de su niña en el ghetto de Cracovia). Todo me gustó: la fotografía, el uso de la profundidad de campo, la inocencia de Rusty James (Matt Dillon), el desencanto de Motorcycle Boy (Mickey Rourke), la luz, lo mucho que me acordaba al verla de Orson Welles.

Esta película es como una canción de Bruce Springsteen: urbana, llena de inocencia y de vida, muestra un futuro desolador (por inexistente), te deja una sensación de destino irremediable o algo así. Y te conmueve mucho por dentro.

Me quedo con una frase suelta que sale de la boca de Benny, el dueño de los billares, personaje interpretado por Tom Waits: cuando eres joven te sobra el tiempo, no tienes más que tiempo; pierdes dos años aquí, dos años allá... cuando te haces viejo te preguntas... ¿cuánto me queda? treinta y cinco veranos; piénsalo: treinta y cinco veranos. Te quedan treinta y cinco veranos.

Habría mucho que contar, pero es que estoy preparando un viaje. Nos vemos a la vuelta. Disfrutad vuestro verano, que empieza ahora mismo, cuando ponga este punto.

1 comentario:

Oyros dijo...

punto
unto
to
o
.

(hasta ahora mismo)