25 enero 2010

No sé nada

Veo Blowup (Michelangelo Antonioni, 1966) con la desconfianza a priori que siempre me dan las aclamadas obras maestras. Mis peores temores se cumplen. Es desconcertante. La modernidad fue superada y tragada por el tradicionalismo. Nada de aquella revolución visual y estilística de los años 60 y 70 ha llegado hasta hoy (o yo no lo veo). El espectador de hoy asiste pasmado a esas representaciones tan alejadas de lo que llamamos "cine convencional". Y yo, que me tengo sin asomo de humildad por cinéfila, culta, inteligente y abierta a lo diferente, no entiendo nada.

Es cierto que la imagen te absorbe. Aunque no puedes decir que lo que ves te está gustando, tampoco sientes en ningún momento el deseo de cerrar los ojos o parar la película. No sé si esperando encontrar el momento mágico en que conectarás con lo que está pasando o por el simple placer de mirar. Pero los elementos se yuxtaponen y sientes que nada de lo que ocurre te aporta nada. No entiendes al personaje, a duras penas logras entender nada de lo que sucede ante tus ojos, te preguntas si en algún momento va a ocurrir algo que puedas comprender. Te preguntas qué sentido tiene todo, qué relación tienen los planos entre sí, de dónde viene, adónde va, por qué se comporta así, qué dice.

No existe, en mi caso, la más mínima empatía. Veo a ese personaje (llamado Thomas, dicen los análisis) y no me parece humano. Hace cosas, dice cosas, se relaciona con las personas, deambula, da tumbos, se comporta como un lunático, de forma cruel, arbitraria, incomprensible.

Leo que en el apartamento del protagonista los objetos reencuadran a las personas, “prisioneras de las apariencias”. Leo en el mismo sitio que la ciudad (Londres) se utiliza como escenario para mostrar la superficialidad y la trampa de la realidad. Dos ideas que me encantan y que descubro después en el recuerdo de la película, pero que en el momento del visionado se me escaparon por completo, demasiado ocupada como estaba en buscar un sentido narrativo, una sola norma cumplida.

Compruebo que sí atisbé parte del mensaje en una fugaz reflexión que tuve a propósito de que la ampliación fotográfica aleja cada vez más lo representado de lo real, de modo que el objeto ampliado termina siendo prácticamente irreconocible. Pero no pude disfrutar del espectáculo porque buscaba (esperaba) otras cosas. Que no estaban.

No me acaba de gustar cuando una película me parece más interesante una vez he leído la explicación de por qué es interesante. Pero a veces ocurre. No solo quiero ver películas que me impresionen y me lleguen fácilmente adonde pretendían. Pero no puedo negar que esta película no me gustó. No entendí nada.

Me dijo a la cara: no sabes nada.

4 comentarios:

NoSurrender dijo...

Joder, ¡cómo me alegro de verte por aquí! :)

Tengo pendiente un viaje por el neorealismo italiano desde hace tiempo, pero la verdad es que me da bastante pereza. Hace unos meses llegué a poner Roma Ciudad abierta y ver las primeras escenas, pero la mala calidad de la copia pirata me dio la disculpa perfecta para dejarla y engancharme a Lost (ay, qué ganas tengo de ver la 6ª temporada).

No soy ningún experto como para identificar influencias de esa modernidad en el cine de ahora, pero sí es cierto que algunos de los gurús que crearon algunas de las bases que mueven el cine de hoy en día admiran públicamente a Antonioni y Visconti (como Win Wenders, o Wong Kar-Wai...). Así que habrá que pasar la prueba y mantener, impasible, el gesto :)

En fin, lo importante es ¡Qué bien verte por aquí!

k dijo...

He visto poco neorrealismo, pero esto se aleja mucho de él. En el ritmo, el amor por la descripción sosegada de espacios, en la libertad de movimientos que deja a sus personajes, se reconoce a Antonioni en Wenders y en Won Kar-Wai, desde luego, me olvidé de ellos porque ellos tampoco son lo que me gusta ver cuando tengo ganas de ver algo que me guste. Es una cuestión de actitud artística, supongo.

Gracias por tu bienvenida, lagarto. Yo también me alegro de haber vuelto :)

Antígona dijo...

¡¡¡Menuda sorpresa!!! Pero esto se avisa, maja! :)

Vi hace unas semanas "El eclipse", también de Antonioni, y tuve exactamente la misma sensación de incomprensión, de no saber qué cojones quería contarme el autor que describes con respecto a esta otra peli.

La descargué porque leí algo de ella en un libro (creo) que me llamó la atención. Sin embargo, luego, mientras la veía, no tenía la impresión de encontrar en ella lo que había despertado mi curiosidad por verla.

La sensación fue de tal extrañeza, incluso de vacío, que tuve que dejarla a medias un día y terminar de verla al día siguiente.

No obstante, reconozco que me gusta que ciertas películas me planteen un enigma. Sentir que estoy lejos de poder entender qué se me quiere contar, que algo se interpone entre mis prejuicios y expectativas y lo que se me ofrece. Me percato de que aún me queda mucho por descubrir, de que aún hay cosas que representan una absoluta novedad frente a todo lo que he visto. Y eso me gusta. Se me exige que haga un esfuerzo, que dé un salto hacia un lugar poco familiar y eso me plantea una especie de excitante reto, de puerta hacia el aprendizaje.

Cuando busqué información sobre la película, entendí más cosas. Pero lo que sobre todo entendí es que la extrañeza que experimenté al ver la película, la sensación de falta de sentido, de vacío, era en buena medida el efecto que Antonioni quería provocar en el espectador, lo que quería transmitir con ella.

Así que había conectado mucho más con la película de lo que en un principio creí, puesto que la conexión pasaba por el desconcierto, por la inquietud, incluso por el malestar sentido al verla.

Si lo pienso bien, aunque desagradable, tuve con esta peli una experiencia estética mucho más potente que con tantas otras que creo entender y con las que siento conectar a la primera.

Tal vez debas plantearte si ese no entender nada no es sólo una cuestión subjetiva y particular tuya, sino parte de las emociones o impresiones que la peli busca despertar en cualquiera.

Un beso!

k dijo...

Habría avisado si hubiérais tardado mucho tiempo en venir, querida Antígona, pero supuse que no tardaríais. Publicitarme me da vergüenza, ¿te lo puedes creer? El colmo de un bloguero.

Estoy de acuerdo contigo. La experiencia (estética, visual, emocional) es a veces más impactante cuando la película te desasosiega o te aleja de los códigos comunes. Pero no puedo comulgar alegremente con el desasosiego, con el desconcierto. Supongo que necesito esos pilares básicos de la narración y me siento perdida si no los tengo. También es cierto que tolero un cierto grado de alejamiento y, de hecho, ver películas como esta me despierta de un letargo en el que entro sin querer, sin darme cuenta. Al final la peli en cuestión me tiene una semana pensando, lo que es a todas luces positivo. Al final ese "no me gusta" tiene tantos matices que es imposible afirmarlo categóricamente. Te da para hablar mucho más las películas que no te gustan, para pensar más, para conocerte mejor. Al final serán preferibles.

En cualquier caso, bienvenida :)