02 mayo 2007

Esta ausencia (flores y nieve)

Coges el coche, tomas la carretera que sube por la montaña. Te rodea un paisaje de flores moradas que tapizan las laderas de los montes. Entre la alfombra homogénea y tupida de esas flores empiezan a salir otras que lo salpican todo de amarillo y de blanco. En casa te esperan las personas que siempre te han querido.

Por la noche, bajas al pueblo de marcha con sus amigos. Vas con ella en su coche, donde suena el disco que le has grabado con tus canciones favoritas de Bruce Springsteen. Cantas con ella a gritos Bobby Jean, que aprendiste, también con ella, hace muchos años.

A la vuelta, con un par de copas, le traduces la letra de Thunder Road. Estas dos líneas pueden llevarnos a cualquier parte. Al final, le preguntas: "¿Qué hace Mary?" Y contesta: "No se va con él. Siempre ha sido gilipollas". Te ríes. Te encanta esa respuesta. Tú también piensas que él se va solo. To win.

Después de la comilona loca del domingo, sales de paseo con tu padre y tu tío Antonio. Dejas que te lleven por los caminos desaparecidos de su infancia, que te cuenten cuáles son los lindes de las tierras que seguramente nunca se volverán a utilizar, que Antonio rememore sus noches en la choza durmiendo sobre un jergón de paja. Dejas que tu padre vuelva a recordar la vez que un perro le mordió y tuvo que estar un mes entero en la cama, el miedo al practicante y a la cura, al dolor que sentía cuando le quitaban el esparadrapo. "¿Tuviste miedo?", le preguntas. "No me acuerdo", dice. Y te lo ha contado porque os habéis cruzado con dos perros sueltos, después de mirarlos con desconfianza: todavía les tiene miedo, aunque han pasado más de cincuenta años desde aquello y su mente racional de adulto sabe que es muy raro que un perro te muerda si nadie le hace nada.

Bebes a morro arrodillada a la orilla de los regatos de agua transparente, trepas con ellos por rocas bajo la amenaza de las nubes negras, sudando por el sol que logra ganar la partida por el momento.

Y al final, después de todo, cuando has llegado a casa y has corrido bajo el granizo para salvar los tiestos de geranios del jardín, miras a través de la ventana cómo empieza a caer la nieve igual que si fuera pleno enero y ves cómo los tejados y las montañas de alrededor se van poniendo blancos.


5 comentarios:

NoSurrender dijo...

what else can we do now
Except roll down the window
And let the wind blow back your hair

Da igual lo que haga Mary, lo importante es gritarlo y creérselo. To win!

Gata Vagabunda dijo...

Nieve entrando en mayo... algo tan hermoso como los recuerdos.

(Díles que no se preocupen por los marcos de la leira, que ya se sabe que se desplazan solos por las noches, jjjjj)

k dijo...

Hey I know it's late, we can make it if we run...

En realidad no da igual lo que haga Mary...

Nadie se preocupa por los marcos, en realidad... son conocimientos que se perderán con ellos. A veces me pregunto qué va a ser de toda esa historia.

NoSurrender dijo...

mmm.... tienes razón; no da igual. Y la respuesta, obviamente es que no. Mary es feliz engordando, viendo la tele y contando chistes con sus amigos, que es como realmente se es feliz en esta vida. Y jamás saldrá de allí, jamás. ¿Pa’qué?

Anónimo dijo...

Ale que positivos estamos... Pues no, Mary huye, escapa de esa vida de engordar y contar chistes aunque sea tremendamente desgraciada, a cambio también será también feliz en la misma proporción. Las dos caras de la moneda.
¡Qué fotos más preciosas K.! (Me llegaron tus saludos vía la gata :))