15 mayo 2007

Offf 2007

Ir a Barcelona tenía como finalidad, entre otras cosas, una puesta de pilas. He visto el mar, cosa que nos suele gustar mucho a los de secano, esa brisa fresquita aunque apriete el sol, por ejemplo.

El CCCB barcelonés es un complejo cultural situado en el centro de la ciudad, en pleno barrio del Raval, que ha aprovechado un edificio antiguo y muy bien adaptado a la función que cumple, dedicada a, como ellos mismos dicen, la "experimentación artística y creativa". Desde su patio se ve el mar.


En una de las conferencias me di cuenta de que entendía a los señores que hablaban en inglés. Qué subidón cuando el tipo (un reputado artista digital, parece ser, hasta este fin de semana yo no sabía nada de este mundo y ahora solo sé todo lo que no sé sobre el mismo) llamado Joshua Davis terminó de contar su anécdota sobre un premio que le dieron en Austria y me di cuenta de que lo había entendido todo sin necesidad de ponerme el agobiante pinganillo que te desgranaba en la oreja el soniquete del traductor.

Supongo que allí sentada, en las sillas cuando llegaba pronto y conseguía una, en el suelo cuando llegaba algo menos pronto pero aún se cabía por allí, o de pie cuando el cigarro o la cerveza del descanso se alargaban un poco más de la cuenta, he podido asomarme al mundo que hay más allá de las paredes de mi casa, de los muros infranqueables de mi estrecho mundo mental. Una visión de vértigo.

Un dato curioso: ni una sola mujer en ocho horas por tres días. Miento, había una, perteneciente a un extraño grupo de creadores ingleses llamados Futurefarmers. Porque, eso sí, gente rara por todas partes, dando conferencias y escuchándolas. Mucha gente con zapatillas converse all stars, muchas rastas, bastantes porros, gente extranjera muy educada, algunos locos de la programación que hablaban en idiomas imposibles de entender (ahí no había traductor que valiera, vectores, datos, mapas, todo fuera del alcance de mis cortas entendederas).

Pero también mucha pasión, mucho amor al arte, mucha protesta, mucha conciencia de la injusticia, alguna alusión avergonzada a la política estadounidense (seguida de cálidos aplausos, hay que decirlo todo), mucha música (casi han conseguido convencerme de que hay música electrónica que se puede escuchar), mucha imagen en movimiento, mucha libertad de neurona, mucho loco suelto. Una maravilla.

Mi favorito, un norteamericano (oh, nada menos que profesor del MIT) de origen japonés, llamado John Maeda. Inteligente, brillante, excelente orador, creativo, cordial, ocurrente y encantador.

Cerró la maratón de tres días de conferencias de todo tipo el concierto de un artista llamado Takagi Masakatsu, un japonés que hace en el escenario un espectáculo audiovisual asombroso. Sentado delante de un piano de cola, su cuerpo huesudo, su ropa ambigua y su aspecto apocado se funden en una delicadeza exquisita y una fuerza sobrecogedora. En las pantallas se proyectan imágenes que él mismo graba y retoca, en una posproducción que les da un aire de sueños o de pinturas. Un fuera de serie que te pone los pelos de punta.

Aquí os lo dejo.

6 comentarios:

Gata Vagabunda dijo...

El CCCB es un edificio magnífico, por cierto. Recuerdo el olor de las calles del Raval aquella tarde de finales de septiembre. Hacía calor y llevaba mucho tiempo sin llover en Barcelona.

Estoy convencida de que me lo habría pasado muy bien de haber ido contigo. Me encanta observar fauna diferente :)

Antígona dijo...

Aunque últimamente suelo huir de este tipo de eventos, creo que éste, tal y como lo cuentas, me hubiera gustado. Enriquecedora la experiencia de asomarse a estas ventanas tan coloristas.

Y Barcelona es una ciudad estupenda, la mires por donde la mires.

Me ha encantado la música de este tipo. Un gran descubrimiento.

¡Un beso, k!

NoSurrender dijo...

Y luego dicen que la vida del opositor es aburrida :)

Desde Madrid, en temas culturales de vanguardia, cada vez entra más tortícolis cuando se mira a Barcelona. En fin, cada uno tenemos los que nos buscamos

k dijo...

Gata, seguro que te habría encantado, y a mí tenerte allí. En más de una ocasión pensé en el hecho de que me sentía aún más bicho raro de lo normal entre tanto bicho raro :)

Antígona, a mí tampoco me suelen gustar estas cosas. Pero lo cierto es que fue una experiencia enriquecedora. Está muy bien asomarse a otros mundos de vez en cuando. Había mucha gente pero no una aglomeración insoportable. Ves cosas que sabes que nunca harás y te ríes por momentos de los frikis que andan por allí, pero aún así sientes cómo creces, no sé.

Lagarto, si os da tortícolis en Madrid, imagínate una ciudad de provincias como esta. Cuando estás allí te das cuenta de lo imprescindible que es ampliar los horizontes aunque sea un visto y no visto... El tiempo que he perdido para la oposición se compensa (porque el que no se consuela es porque no quiere) con la idea de que hay un par de temas sobre creación digital y vídeo arte de los que no tenía opción de aprender nada. Ahora podría decir alguna tontería al respecto :)

Anónimo dijo...

K., es precioso...

Anónimo dijo...

K. tú has disfrutado de tu viaje al CCCB y de forma indirecta nosotros también con ese preciosista video que nos has mostrado. No tenía ni idea de quien era Masakatsu pero con referencias como estas se agradece conocerlo, un verdadero placer para la vista y el oido.