Primer día de estudio
Después de comer me quedo un rato dormida en el sofá. Todavía estoy recuperándome del cansancio del viaje, me digo. Cuando me despierto del todo (cosa que suele suceder más o menos media hora después de abrir los ojos) son las cinco de la tarde. Tengo una tele vieja que obedece al mando a distancia como y cuando le da más o menos la gana, de modo que a veces, al bajar el volumen se apaga, al subirlo, cambia de canal. En esta ocasión se ha debido de activar el temporizador. Al acabar Friends empieza una cuenta atrás que, en la duermevela, me parece muy inquietante: "esta tele se autodestruirá en veinte, diecinueve…"
El caso es que a las cinco en punto se ha apagado sola, lo que he interpretado (estoy leyendo a Auster, ustedes perdonarán), como una señal inequívoca de que debía ponerme a hacer algo de inmediato. De modo que me levanto y me dirijo a la mesa. Ayer, por cierto, mientras veía House estuve montando una silla nueva que tiene pinta de ir a ser muy respetuosa con mis cervicales y mis lumbares.
Me siento en la silla nueva, con ruedas y todo, un lujo, y me dispongo a abrir el correo y leer un par de blogs. Total, son cinco minutos. Después dirijo mi mirada al montón de papeles desordenados que hay en el otro extremo de la mesa. El extremo de estudiar, por más señas. Suspiro. Hago varios montones: el de tirar, el de reutilizar, el de exámenes, el de trabajos, el de las prácticas de los alumnos. Los que valen pero no se usan van a parar a una carpeta que pronto mandará sus gomas a atravesar el firmamento, y la carpeta a lo alto de la estantería. Una media hora después, tal vez algo más, tengo una mesa despejada. Es hora de ponerse en serio.
Así que me voy a la maleta a coger la cámara de fotos porque de repente recuerdo que no he descargado las de la boda y todo lo demás (de hecho, no la descargo desde Navidad). Después de descargarlas, claro está, las veo todas, no es lo mismo verlas en la pantalla del ordenador que en la de la cámara, dónde va a parar. Cuando acabo, recojo la cámara, la guardo (cosa que no habría hecho, huelga decirlo, si no hubiera tenido nada más que hacer) y me vuelvo a sentar en la silla.
Me levanto a por un libro, escogido casi al azar. Me siento.
Me levanto a por un cuaderno, con la intención de usarlo para anotar frases, o esquemas, o lo que coño se haga cuando se estudia, porque ya no me acuerdo. Me siento.
Me levanto a por un bolígrafo, porque nunca he sido capaz de escribir con el dedo mojado en saliva. Me siento.
Cojo el temario que está publicado en un boe de no sé cuándo. Empiezo a leer los títulos de los temas. Habría jurado que, cuando lo miré hace un par de días, me sonaba alguno. Hoy no ocurre.
Decido empezar por el 24: la cámara de cine. No tengo ni puta idea de la cámara de cine, ¿por qué lo he elegido? ¿para terminar más deprimida todavía? Puede ser, a veces tenemos unos comportamientos muy autodestructivos. Me prometo leerlo entero y empiezo con ahínco.
Creo que no ha pasado más de media hora antes de ponerme a bostezar. Y no de aburrimiento, no, qué va: de puro sueño. Y de repente, he pensado: debería tener chocolate. (Es decir, aprobar, no aprobaré, pero voy a coger seis kilos, eso fijo, ya lo estoy viendo.)
Una hora y poco después de sentarme y, por supuesto, sin haber sido capaz de acabar el tema (me he rendido en las cabezas de trípodes), me he ido a llamar por teléfono a alguien.
Ahora me estoy haciendo la cena. De todo el mundo es sabido que después de cenar desconecto del mundo universo hasta el día siguiente.
No está mal para ser un primer día.
12 comentarios:
Pues yo creo que como empiece no está mal: has llegado incluso a ponerte que, tal y como iba el relato de los "acontecimientos", hacía surgir la duda :-)
Sin forzar, sin forzar, todo camino empieza siempre con un primer paso.
Mañana te toca el segundo, ánimo.
v.v.
Por algo se empieza, K....
Muchos ánimos de alguien que se pasó cuatro años opositando (de lunes a sábado a tiempo completo...)
Gracias a las dos. Hombre, si lo que hice te parece "ponerse" eres demasiado benévola conmigo, C... Mi idea, cuando me puse, era otra... en fin.
Claro, desconvencida, uno de los problemas es saber que en tres meses no tengo nada que hacer. Es difícil estudiar sabiendo que al final vas a depender de la lotería (literalmente... sacas la bola y si es uno de tus números, bien, y si no, te vas a casa). Yo nunca he tenido suerte en la lotería :)
K. lo mismo cambía la suerte, asi que no pierdas la esperanza nada más comenzar, estoy con C. es un buen comienzo,¡primer día y has llegado a casi leer un tema! Y que consté que como desconvencida, también te hablo desde la experiencia de otros 3 años de oposición, aunque mejor no te digo el resultado final jajaja.
Me da la impresión de que en el relato de hechos falta algo, porque en algún momento has tenido que escribir en el blog. Bueno, en todo caso, me he divertido mucho al leerlo y te deseo ánimo. Es algo así como arrancar un coche. Empieza en cero, y al cabo de un tiempo la aguja marca 100. Poco a poco.
Es lo malo de las oposiciones, K., que a veces el "factor suerte" es más determinante de lo que debería... pero no es momento para pensar en eso, inténtalo con todas tus fuerzas y muchos ánimos! Piensa que está en tus manos conseguirlo :)
No sé hasta qué punto la esperanza es buena compañera en este viaje. Creo que si no hay demasiada esperanza, no hay tanta presión, lo que redunda en beneficio del resultado final... al menos así fue en Selectividad, hace... ¿cuántos años? un eón, más o menos... joé
Bueno, Javier, escribir en el blog se produjo entre el momento de poner a cocer los huevos para la ensalada y la cena propiamente dicha... sí, pretendía que fuera divertido, hasta me reí escribiéndolo, qué ridícula situación...
Gracias, desconvencida. Pienso eso todo el rato. Es un gusto teneros ahí, animando. Me siento como un saltador de altura pidiendo con los brazos al público que animen mientras empieza a correr... huh, huh, huh, huh... y anima, anima.
Yo me ofrezco como cheerleader. Pero avisa con tiempo cuando te vayas a poner a estudiar, para que me depile y tal.
No te olvides de sacar punta a los lápices, y de poner el nombre en el cuaderno y escribir en grande: OPOSICIONES, VOLUMEN 1. No te olvides de incordiar a cualquiera y a cualquier hora del día cada vez que termines un tema, que digo tema, una miserable página. Pídele a todo el mundo que te haga preguntas, que te mimen, que te traigan chocolate y si alguno protesta di: "joder, ¡es que tengo las oposiciones!".
Esta etiqueta "la puta opo" me va a encantar :-)
Gracias a todos. En serio, no sabéis qué bien sientan esos ánimos. Falta me van a hacer... ya os iré pidiendo más :)
........ K., de verdad. A quién se le ocurre empezar a chapar sin chocolate. Ni que no tuvieses mundo a tus espaldas ya...
Tamén che digo.
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