05 marzo 2007

El niño que fui

Leo en La Remington (¡sí! a base de insistir de vez en cuando se abren las puertas) la reseña que hizo Joe Gillis de esa película menor de los comienzos de la carrera de Tom Hanks, Punchline.

Me llama la atención esta frase: "es una película agradable, de domingo por la tarde, que se ve muy a gusto y sin necesidad de buscar las vueltas a".

(Si alguien se queda con la curiosidad de saber a qué no le busca las vueltas Punchline, que lo vea aquí, si puede.)

Al lío (siempre me enrollo en los principios). Eso me ha recordado la película que vi el domingo pasado por la tarde (hoy, no; hoy no he visto película porque ha sido un día raro de ésos que es mejor no guardar durante mucho tiempo en la memoria: de ésos que no se olvidan, en suma).

La película se titulaba El chico. Y, por supuesto, no era de Charles Chaplin. Veo en imdb que el director se llama Jon Turteltaub. Da lo mismo. (A él probablemente no le da lo mismo.) El protagonista es Bruce Willis.

La película no es ninguna maravilla. No merece la pena que la busquéis en emule, ni siquiera creo que aparezca. Es de esas películas de Disney con demasiada música estridente en las secuencias de supuesta acción. Una de esas películas fantásticas con muy poco de verosímil. Iba a decir algo malo de la primera media hora pero no puedo porque no recuerdo nada en absoluto. En realidad me quedé viéndola porque no conseguí encontrar nada menos coñazo que aquello. (Y por Bruce Willis. Una tiene sus debilidades de la carne y eso. Es encantador cuando se pone tierno.)

Y al final me gustó. Porque habla de eso que cantan algunos ("when I look at myself I don't see the man I wanted to be"). Trata de un señor a punto de cumplir cuarenta que un día se encuentra en el salón de su casa a un crío que está a punto de cumplir ocho. Tarda un rato en caer en la cuenta, pero por fin lo reconoce: es él mismo.

Y, después de hablar un rato, el niño le hace un resumen: "Tengo cuarenta. No tengo familia, no piloto aviones y no tengo un perro. He crecido para ser un perdedor".

Este personaje que interpreta Bruce Willis es un hombre de éxito (asesor de imagen o, como le dice el niño, "una persona que le dice a los otros qué tienen que hacer para parecer lo que no son") que, llegado un momento se supone que crucial, (el hecho de cumplir los cuarenta), se tiene que enfrentar al niño que fue y exponerse a su juicio implacable. Olvidada su infancia por completo, debe recuperarla y, durante unos días, acostumbrarse al hecho de que, del mismo modo que a él le avergüenza el niño (el "pringao"), al niño también le avergüenza el adulto en que se va a convertir.

Él está orgulloso de su éxito, vive en una casa de lujo, es engreído y petulante, se siente importante. Y llega su infancia y no es capaz de mirarla a la cara.

Eso me hizo preguntarme: ¿sería yo capaz de mirar a los ojos a la niña de ocho años que leía La Odisea los sábados por la mañana?

La verdad, no lo sé. Creo que me pasaría como al protagonista de la película: tardaría un buen rato en reconocerla, eso por descontado. No recuerdo cómo era, no recuerdo cómo se sentía; no recuerdo cómo reaccionó a sus primeras decepciones. Ni siquiera recuerdo qué quería ser de mayor.

Supongo que, si todo eso está enterrado en el olvido, es por una buena razón.

Eso de encontrarse con el pasado y decidir que estás a tiempo de darle a ese niño lo que soñaba sólo pasa en las pelis de Disney.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo ver esa película el año pasado en una casa rural en un viaje con amigos. No sé porqué pero la pusieron en horario nocturno y la gente dormía, mientras yo me tomaba un whisky con coca cola y veía esa estúpida película. Pero la terminé viendo entera. Me hice la misma pregunta. ¿Sería capaz de mirar al niño a los ojos? No la supe responder, y todavía no puedo. Sólo sé que el niño cada día está un poquito más lejos y yo quiero un poquito más cumplir alguna de sus promesas.

Anónimo dijo...

Por cierto, K, hablaste el otro día por aquí de "Anatomía de Grey". Nunca he visto esta serie ni sabía de que iba hasta leer tu mensaje. Al tema, me dijo una compañera que me parecía mucho por mi forma de ser a un tal George y me insistió que viera la serie. ¿Es para preocuparse? No sé si lo dijo para tomarme el pelo, pero pensé rápidamente en consultarte después de tu post sobre la serie :-)

k dijo...

Me gusta ver que mi reacción ante la peli no es demasiado rara.

Así que George, ¿eh? Bueno, no sé en qué te parecerás a él. Hablando en general, debes preocuparte según lo que quieras ser en la vida.

Es el típico chico que todas las chicas querrían tener como amigo, pero con la que ninguna querría irse a la cama. Sólo alguien muy especial se da cuenta de lo especial que es él. Es leal, sensible y tiene un punto humano tremendo: comprende a la gente, es muy empático. Se preocupa por la gente, se implica mucho y es muy tolerante. Y al mismo tiempo es independiente y no le gusta que le mangoneen.

¿Estás de acuerdo con ella? :)

NoSurrender dijo...

Me temo que yo soy de los que no podrían mirar a la cara del niño. En cualquier caso todos mis fracasos han sido muy dignos, creo. Soy de los que mueren con las botas puestas :)

AnA dijo...

De pequeña, en mis veranos gaditanos tenía dos libros de cabecera, uno era sobre la beata laura maria vicuña y el otro sobre los viajes de Marco Polo.No podría decirte cuál de los dos me gustaba más K, pero, sería capaz de describir las emociones que me producían entonces.Tu post me ha hecho pensar y creo que cuando cumpla cuarenta intercambiaré impresiones seriamente con la niña que fuí.
:)
Enhorabuena por el blog.
Besos

Anónimo dijo...

Jajaja... pues no sé si estoy de acuerdo con ella. Esto de psicoanalizarme a través de un personaje de una serie de televisión se me hace extraño!!
Según tus palabras, el George este no es tan malo, aunque no meta, como diría un amigo mío. Gracias por la información)))